La purificación del agua está conformada por un proceso riguroso donde existen importantes etapas para poder lograr un agua de calidad y lo más pura posible.
Ya completado el abastecimiento de agua cruda, se da inicio al proceso de purificación, el cual comienza con el filtro de sedimentos, donde se atrapan las partículas grandes presentes en el agua como tierra, arena, limo y partículas de suciedad orgánica o inorgánica, seguido por el filtro de carbón, el en que se eliminan los pesticidas, plaguicidas y otros contaminantes orgánicos (especialmente orgánicos volátiles) para continuar con el suavizador, donde por medios mecánicos o químicos se trata el agua para reducir el contenido de sales minerales, además de incrustaciones en tuberías y depósitos de agua.
A continuación comienza la etapa de ósmosis inversa, la cual funciona mediante el uso de presión, logrando eliminar los sólidos disueltos de todas las bacterias (solo el agua purificada puede traspasar las membranas) y acto seguido por una luz ultravioleta, donde se asegura que el agua purificada permanezca absolutamente libre de cualquier tipo de contaminación microbiológica. En seguida es aplicada la etapa de ozono, en ésta se elimina el olor y sabor del agua además de permitir una mayor vida útil del agua purificada. Finalmente el proceso termina pasando por un pulidor, donde el objetivo principal es dar claridad y brillantez al agua, reteniendo las impurezas pequeñas.